viernes, 13 de septiembre de 2013

LP "Que las voces sean viento, sean agua, sean piedras"

"Que las voces sean viento, sean agua, sean piedras"
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miércoles, 28 de agosto de 2013

Iwóka (Chiriguano)



 
 
 
 
 
 
 
Iwóka*
Nuestros muertos no mueren;
Descansan en este mundo de vivos.
En la tierra sin mal
los vencidos celebran las victorias de sus hijos.
En la tierra sin mal
Las heridas cicatrizan con la lucha de sus hijas.
En la tierra sin mal
viven salvajes y libres.
 

Los chiriguanos nacieron en los siglos XVI y XVII del encuentro y del mestizaje de grupos guaraníes con otras etnias. Su territorio, comprendido entre los últimos estribos andinos y la llanura chaqueña, se conoce en las crónicas bajo el nombre de “Cordillera chiriguana”, frontera con el imperio inca. En lo que se conoce hoy como Paraguay, Bolivia y Argentina.

La denominación “chiriguano” es la forma castellanizada de la palabra original quechua con la que los incas despectivamente bautizaron a este pueblo, existen varias teorías sobre el significado original de la palabra, una de ellas lo explica de la siguiente manera, chiri-frío -  wañu -excremento- aunque esta versión es discutida, pues sería deformación de chiri-frío-wañuq -los que mueren-.

La resistencia sin tregua de los chiriguanos a la Corona española es digna de mención, al igual que el desamparo de los conquistadores del imperio incaico frente a este pueblo de “salvajes” indomables.

La colonización del remoto hábitat de este pueblo fue muy tardía. Sin embargo, una vez llegados los europeos, la lucha por la tenencia de la tierra, la explotación a la que fueron sometidos los indígenas en ingenios, plantaciones, obrajes o quintas; la pérdida paulatina de sus prácticas tradicionales, son unas de las múltiples y negativas consecuencias que trajeron los colonos a sus tierras y vidas.

Como resultado de la explotación sistemática de la que fueron víctimas, el hombre blanco se convierte en el "Caray Pochi", el blanco malo, tirano o perverso. Esto repercutió en la resistencia que se desató a todos los niveles y a través de manifestaciones sutiles: solidaridad con el robo de ganado; desgano en el trabajo; rechazo a los sacramentos de la Iglesia. También la resistencia se expresó en actitudes más virulentas, ya que se reagruparon en nuevas comunidades en las que revitalizaron las antiguas tradiciones culturales. De esta manera, los chiriguanos supieron mantener su ideal y regla de “hombres sin dueño” (Susnik, B. “Chiriguanos I. Dimensiones etno-sociales”).

Iwóka es un vocablo de origen chiriguano que significa “tierra sin mal”, así denominaron al país de sus muertos, situado en el mismo plano cósmico que el mundo de los vivos. Es la morada de sus antepasados, un espacio  accesible a los vivos,  un lugar donde, "sin pasar por la prueba de la muerte" se podía ir en cuerpo y alma (Claster Helene, “La tierra sin mal, el profetismo tupi-guaraní”). Se cree que las migraciones de este pueblo estaban ligadas y tenían como objetivo la búsqueda de la Tierra Sin Mal.

 “En Iwóka están los paisanos que han luchado cuando estos criollos ricos querían quitarles todo a aquellos hombres indios; quería quitarles los hijos para tenerlos de esclavos, hacerlos trabajar gratis, uparaupíño. Quiero decir que trabajaban gratis; que a azotes, ¡a azotes! Los querían hacer trabajar sin pagarles ni cinco, esclavizándolos. Uparaupíño chúpe umboé, tumbaé yeraindiépe (“Aquellos pobres fueron amansados a la fuerza, nomás asi fue la cosa hasta no hace mucho”). Pero los keréimba no quisieron entregar a sus hijos y lucharon con ellos. Porque no quisieron ser castigados a trabajar de balde, así que han luchado contra los criollos.

Los criollos tenían su gobierno y los paisanos tenían su cacique. Ese jefe se llamaba Taikoríke. Ellos murieron por nosotros y están en Iwóka”. (Mamerto Flores, 1985)

 

Sangrante verbo (Kuiva)


 
 
 
 
 
 
 
Sangrante verbo*
Frio del hacha, de las gotas de agua,
de los aterradores pensamientos en los corazones,
que  de estos muera la maldad impregnada.
sal dolor, de nosotros las presas
inhibe la locura del que nos persigue
del que nos convirtió en sangrante verbo
sal dolor y que quede solo nuestro anhelo
de vivir sin verdugos, ni dueños.

 

Los kuivas también llamados wamónae, que significa nuestra gente o nuestra familia, fueron tradicionalmente un pueblo nómada, no permanecían más de siete días en un solo sitio. Sin embargo, en la década del 60 del siglo pasado se establecen definitivamente en el estado Apure de Venezuela, provenientes de los Llanos de Colombia a través de las sabanas de Capanaparo, distribuyéndose en dos comunidades: Barranco Yopal y Carabalí.

Una de las expresiones tradicionales de este pueblo que ha logrado sobrevivir a siglos de torturas y exclusión han sido sus cantos medicinales conocidos como weiba, basados en la magia de la palabra hablada. “Wei es viento, aire. Ba, es un sufijo, que en su contexto diría el viento que está dentro de mí”.

Canto contra el dolor de cabeza

“Frio del hacha,

Frio de las gotas de agua,

que se produzca mejoría.

Sal dolor, no molestes más.

Pececito mueve la boca.

Pececito, canto para que salgas….”

 

Canto contra la locura

“Deja que vaya esa mariposa.

Canto para sueltes todo lo malo,

todo lo malo que tienes en el cuerpo

Vete mareo.

Danta: estoy sobando con la mano

Esta cabeza loca, esta cabeza mareada.

Te quito el sueño, el mareo.

Mawine-jjeno (árbol) que invoco

Para curar, aleteo del pavo real.

Pensamiento de tu corazón,

Espinas de la sensitiva crezcan rápido;

Aleteo de las aves que comienzan a volar.

Te quito la locura y quedará solo el sueño”.

 

Los kuiva a lo largo de su historia no han sido ajenos a las constantes presiones y amenazas que supuso la invasión española, en primera lugar, y de la hostilidad emanada directamente de la sociedad criolla mayoritaria, que los convirtió en víctimas de una sanguinaria cacería, que utilizó su nombre en forma de verbo para definirla: Kuivear o cuiviar.

Este genocidio se extendió hasta por lo menos finales del siglo XX, consistía en la persecución y asesinato sin piedad de los miembros de este pueblo a manos de los dueños de hatos y haciendas, ganaderos, funcionarios de las gobernaciones y municipalidades, y sus invitados procedentes de las grandes ciudades. Práctica que casi ocasiona la desaparición de los kuiva como pueblo.

Esta macabra actividad llegó a ser una especie de deporte que los criollos enseñaban a sus hijos, considerándolo como una prueba de iniciación en materia de virilidad. Como siempre, también existía un motivo económico: los ganaderos iban apoderándose de extensas regiones que formaban parte del hábitat de este pueblo originario. Obligando a las comunidades a establecerse en lugares inhóspitos, allá donde los terrófagos prefirieron no llegar.

“No queremos que vengan hasta acá los criollos a decirnos que hacer: Queremos decidir nosotros la manera de hacer las cosas y qué hacer primero. Queremos administrar nuestros asuntos”.  Marcelo Machá, miembro de la comunidad kuiva de Barranco Yopal.

Nuestras armas (Timotes)


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


Nuestras Armas.*

Corre veloz el viento; corre veloz el agua;
corre veloz la piedra que cae de la montaña.
que las voces sean viento,

sean agua, sean piedras.

Fuerte es el árbol que resiste al viento,

fuerte es la roca que resiste al río;
fuerte es la nieve que resiste al sol.
que las palabras sean arboles

sean rocas, sean nieve.




Las voces nuestras armas. Las palabras nuestras balas.









*Basada en un canto guerrero de los timotes.









Los timotes tenían como hábitat el estado Mérida de Venezuela, junto con los cuicas eran los principales pueblos que tenían como asentamiento a los Andes venezolanos. Estos dos pueblos contaban con una lengua común y otros rasgos culturales afines, pero tenían su propio territorio y su propia identidad. Los timoto-cuicas representaron los grupos indígenas más avanzados dentro del territorio venezolano y estaban relacionados con la cultura chibcha.




En el año 1557 se dio comienzo a la conquista española en los territoritos poblados por los timoto-cuicas y terminaría diez años después con la muerte de Pitijay (el último rebelde). Los cronistas de la época, particularmente Fray Pedro de Aguado, los presentaron como uno de los grupos indígenas más aguerridos y que más resistencia presentaron ante la conquista española.




Luego de la conquista armada y violenta, el objetivo, al igual que en el resto de América, fue la invisibilización de la cultura indígena, mediante la imposición del modelo cultural europeo en detrimento de la identidad y costumbres originarias de estos pueblos: se fue imponiendo el cristianismo como única práctica religiosa, el castellano como idioma oficial, el orden monárquico y el régimen de la propiedad privada de la tierra, sin olvidar los demás aspectos de la vida indígena que también van a sufrir irreparables transformaciones.




Para los timotes la tierra no era un simple territorio delimitado y demarcado, para ellos era algo más, era la fuente de donde emanaba la vida a la que se encontraban unidos por “vínculo histórico, místico y espiritual que rebasa lo meramente jurídico. Además los pueblos indígenas tienen sus propios conceptos mediante los cuales establecen la relación entre un espacio determinado, una historia específica, una cultura propia y una cosmovisión particular” (Rodolfo Stavenhagen, “La situación de los derechos de los pueblos indígenas”, 1991). Esta inquebrantable relación de las comunidades indígenas con la tierra ancestral rebasaba el concepto de propiedad y producción manejado por los españoles, y de ahí se origina el rechazo y la resistencia presentada por este pueblo frente a la usurpación de sus tierras ancestrales.




Para las acciones de guerra este pueblo andino de la Venezuela prehispánica solían entonar cantos. “Nuestras armas” está basada en uno de ellos, que originalmente dice así:





“Corre veloz el viento; corre veloz el agua;
corre veloz la piedra que cae de la montaña.
Corred guerreros, volad contra el enemigo;
Corred veloces
como el viento
como el agua
como la piedra que corre de la montaña.

Fuerte es el árbol que resiste al viento
fuerte es la roca que resiste al río;
fuerte es la nieve de nuestros páramos que resiste al sol.
Pelead, guerreros, pelead, valientes: mostraros fuertes
como los árboles,
como las rocas,
como las nieves de las montañas”.






El pueblo timote continúa luchando por su identidad, como aquellos 15.000 que en 1557 calcularon los españoles y que años después de la masacre europea, en 1579, solo eran 5.000. Para el año 2001 su población contaba con un total de 66 miembros, estos siguen resistiendo por la defensa de un incalculable tesoro: una cultura propia heredada directamente de sus ancestros, la cual, tras siglos de interminables luchas y penurias, han logrado mantener viva.

Bailaremos (Quechua)



 
 
 
 
 
 
 
Bailaremos*
Beberemos en el cráneo del invasor
Usaremos sus dientes como un collar
De sus huesos haremos flautas
De su piel haremos un tambor.
Después bailaremos.

 

 

Quechua es un etnónimo utilizado para hacer alusión a algunos pueblos indígenas distribuidos a lo largo de ArgentinaBoliviaChileColombiaEcuador y Perú. El nombre deriva del quechua, familia de lenguas extendida por gran parte de la cordillera andina y relacionada directamente a la cultura incaica.

Con una población cercana a las 2,5 millones de personas, los quechua son hoy en día el grupo de indígenas más numeroso de entre todas las etnias que pueblan el continente suramericano. Los quechua son el único pueblo que emigró al Sur a lo largo de los valles y la cadena montañosa de los Andes; y al Este, hacia la selva de la cuenca Amazónica. Esta temprana divergencia en sus trayectorias migratorias creó distintas culturas e identidades quechua.

Fueron de los primeros pueblos conquistados por el imperio Inca. Irónicamente, el imperio Inca lo formaban personas que hablaban su misma lengua quechua. Con la colonización española su nivel poblacional descendió drásticamente, al igual que sucedió con el resto de los pueblos originarios, tuvo como fatal consecuencia la pérdida paulatina de su cultura ancestral. Una de las fechas más importantes en la historia que se asocia a este descenso es el 16 de Noviembre de 1532, cuando el conquistador español Francisco Pizarro logró la captura de Atahualpa,  Emperador Inca. Este golpe a los Incas fue un punto de inflexión en la historia del imperio incaico, que conllevó a la rápida expansión española a lo largo y ancho de la región, trayendo consigo enfermedades y trabajos forzados que terminarían por exterminar a millones de nativos.

Bailaremos está basada, casi literalmente, en un canto guerrero de los quechua, que ha logrado subsistir hasta nuestros días. La diferencia con respecto al canto original reside en el cambio de la palabra “traidor” por “invasor”. Este cambio se hizo para apuntar la flecha de su mensaje hacia un objetivo más específico y darle un significado acorde con la verdadera lucha de los pueblos originarios, así como también eliminar cualquier rastro de ambigüedad y subjetividad que implica el uso de dicho adjetivo en el canto original.

Moorovaaramoorokommua (Kari'ña)


 
 
 
 
 
 
 
MOOROVAARAMOOROKOMMUA
Asi es este mundo
Asi son las cosas
Demasiados sueños
Para una pesadilla
Asi es este mundo
Asi son las cosas.
Demasiadas palabras
Para tanto silencio
Asi es este mundo
Asi son las cosas.
Demasiado fuego
Para tantos desiertos
Moorovaaramoorokommua.



 

 

Las comunidades Kari’ña se distribuyen entre los estados venezolanos de Anzoátegui, Sucre, Bolívar y Monagas, con una población cercana a las 17000 personas.

Para sus integrantes la muerte era una hazaña que evidenciaba valentía, preferían transcender a otro nivel espiritual antes de rendirse al cautiverio. Rendirse nunca fue una opción.  Por su  resistencia y defensa a los ataques hacia su territorio y cultura, llegaron a ser excluidos en 1756 de las ordenanzas que “protegían” a los pueblos indígenas.

Los Kari’ña han sabido resistir y sobreponerse, en la medida de lo posible, al fuerte impacto de dos acontecimientos históricos: la conquista española y la irrupción del petróleo en sus asentamientos, estos hechos se convirtieron en fuertes factores de aculturación, contaminando irremediablemente a muchos de los rasgos culturales originarios de este pueblo.

Estos hechos no fueron sucesos puntuales, fueron y son una amenaza sistemática y continua que se ha extendido por siglos. A la conquista española y a todo el proceso de imposición religiosa que llevaba implícito el régimen misional, no le bastó con el asedio y destierro de  las comunidades, ni la explotación de sus miembros, obligados a sumergirse en las profundidades del mar en busca de perlas. Sino que aun en el siglo XIX las misiones católicas seguían presionando a los kari’ñas con el fin de moldearlos a la tradición cristiana, castigando y persiguiendo, por ejemplo, a su perverso hábito de la desnudez.

A mediados del siglo XX, la llegada de las actividades petroleras a territorio kari’ña también ocasionó enormes estragos en la forma de vida de las comunidades, sus miembros fueron abandonando paulatinamente el campo y sus tradiciones, para sumarse como mano de obra a la industria petrolera. En la actualidad la explotación de hidrocarburos sigue amenazando a su tierra y acosando a la comunidad. El acecho de los taladros no ha cesado, obviando los nefastos impactos ambientales que su actividad genera sobre la tierra y los ríos ancestrales de este pueblo.

A pesar de los grandes cambios en el seno de sus tradiciones y cultura, los kari’ña no han perdido su esencia, siguen siendo ellos mismos. Su lucha a favor de su cultura originaria y en contra de la pérdida de sus tradiciones es innegable. Su idioma ha sido el  principal motivo de combate de este pueblo frente a las tendencias uniformadoras de la sociedad mayoritaria, considerándose a día de hoy como  uno de los mejores conservados y más usados de entre los idiomas derivados del caribe.

Moorovaaramoorokommua, es la palabra que usan los kari’ña para cerrar sus relatos contados de manera oral, es una sentencia que le suma veracidad a sus testimonios,  pudiéndose traducir como: así es el mundo, o así son las cosas.

“En la época de nuestros antepasados se peleaba con armas por territorios, por no dejarnos dominar ni por españoles ni por otras etnias. En la actualidad se sigue una lucha, pero ahora es de los ancianos y los padres kari’ña. Peleamos por preservar nuestra cultura, por lograr que los más jóvenes se formen con el acervo y legado con el que nosotros crecimos” Candelario Aray, miembro kari’ña.

Moorovaaramoorokommua.