Cortar las raíces, convertirnos en perennes piedras
Superando la fragilidad con la que fuimos moldeados
Bajo Shí, bajo Nunë, reconvertiremos este maleable barro
Destrozando las raíces que nos atan al suelo,
Ganaremos cada batalla de esta perdida guerra
Avanzaremos sobre esta denigrada tierra.
Los Yek’wana se ubican en los
estados Amazonas y Bolívar de Venezuela, su población gira en torno a las 6500
personas.
Cuenta la leyenda que Wanadi, su
dios supremo, creador del hombre, las plantas y animales, nació de un soplo de
Shí (el sol). Poco después, Shí de otro soplo dio vida a otro niño llamado Nunë
(la luna).
Un shamán en el río Paragua
cuenta así el origen de los Ye’kwana. El poema ha sido reproducido por Daniel
de Barandarián en su Introducción a la
cosmovisión de los indios yekuana-makiritare:
“Las raíces nos atan al suelo. El
indio Ye’kwana fue hecho con tierra. Por eso quedan raíces contra la tierra. Para
ser hombre ágil hay que cortar las raíces que nos unen a la tierra. Siempre que
se hace algo con tierra – como cuando Wanadi creó al Ye’kwana- se quedan
raicillas, mezcladas con la tierra misma. Por eso tenemos que cortar raíces,
para que el hombre sea hombre y no un muñeco de barro como lo fue al
principio”.
Trascripción de las palabras del Shamán Ye’kwana, Barné
Yavarí, en "Yo hablo a Caracas", película realizada por Carlos
Azpúrua (1978).
“¡DIGO NO ACEPTO!
Yo hablo, yo, hablo a Caracas. A su gente, a sus hombres. Wanadi ha
sido mi origen, Osedum, Osedum Wanadi. La creación del hombre existe porque sé
que fue así. El recuerdo de mi origen está siempre aquí. Porque todo lo que
tenemos fue creado aquí, el origen de nuestra comida como managuaca y el
rastrojo del gayteyama que todavía existe y existirán siempre aquí...
En nuestra tierra, esas tierras que hablan en mi lengua. Mi tierra es
esta, donde vive mi comunidad. Es la mía porque aquí se encuentra mi comunidad,
porque aquí vivió mi origen Wanadi. En esta tierra que yo quiero, así como
ustedes quieren a la tierra de Caracas.
Wanadi hizo gente buena con tierra blanca, pero también hizo gente
mala. Eran los españoles, los franceses. Toda esa gente llegó a la tierra de
Caracas haciendo maldades. La población entera fue tomada por ellos. Era la
misma raza nuestra, no tenía fuerza para detener la gente blanca. Después la
población de Caracas se acabó, la gente mala llegó hasta donde nosotros
vivimos, donde yo vivo actualmente. Son la gente blanca mala. Son los
Misioneros extranjeros que nosotros llamamos Jucundú. Wanadi les entregó el
hierro para que hicieran maquinaria.
Así me lo contó mi padre. Nosotros los Ye'kwana no tenemos nada de
eso, entonces esa gente nos explota porque se sienten dueños de todo.
Digo: NO ACEPTO, NO ACEPTO la creencia Católica, la Evangélica, porque
esas creencias van contra nuestra vida, nuestra forma de ser. Ellos quieren que
lo olvidemos... Ellos nos dicen: No hagan Ademí, no canten. Nos dicen: No beban
Yarake... Ellos nos dicen: Eso no es
verdad. Por eso, por todo eso no los acepto. Yo nunca me quise convertir en
Evangélico, ni en Católico porque siempre he querido mantener mi tradición,
todas mis costumbres. Wanadi no se sabe cómo empezó ni quién lo hizo. Sólo sé
que él existió, que existe aún. Pido seguridad y defensa. Yo no reclamo otras
tierras, sino solamente las que nos pertenecen, las cabeceras del Cunucunuma,
del Ventuari, Adamo y Cuntinami. Todas esas que hablan en mi lengua. Digo que
somos amigos, vivimos en la misma tierra, pero que se nos respete para poder vivir en
armonía con nuestras tribus. Yo sé que todo esto es muy difícil de entender, ya
que en los actuales momentos nos contradecimos los unos a los otros. Somos
culpables de la presencia de gente blanca en nuestra comunidad.
SÍ, ASÍ LO PIENSO”.
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